En la era actual venerar a lo analógico frente a lo digital es enfrentarse al paso del tiempo. Pero si algo tenemos que defender desde Vinylum Warehouse es que jamás habrá una experiencia musical mejor que la que ofrecen los discos de vinilo.
Por más plataformas streaming que tengamos para disfrutar de la música durante nuestro día a día, no podemos comparar la escucha de los sonidos en digital con el analógico de los vinilos. Por eso somos tantos los que nos resistimos a seguir escuchando los discos de vinilo. Estas plataformas digitales nos sirven para escuchar música de forma rápida, pasando de canción a canción y teniendo el control de la elección de cada canción en todo momento. Pero ¿y si eso no fuese vivir y disfrutar de la música?
Estamos acostumbrados a consumir música a todas horas. Vamos paseando por la calle con nuestros cascos o auriculares y realmente no prestamos la atención que debería a lo que estamos escuchando. Nos hemos acostumbrado a tener música de fondo mientras caminamos, hacemos tareas de casa o realizamos cualquier actividad. Y de esta forma hemos acabado con el principal objetivo que tenía la música desde un principio: el pararse a escuchar sin prisas, el transportarse hacia a otro lugar y dejarse deleitar por los diferentes sonidos que nos regala la música.
Los discos de vinilo son una experiencia musical y no solo la escucha de un sonido, porque llevan consigo un ritual que nos permite disfrutar realmente de la música y que se aleja de la escucha digital del día a día.
No es lo mismo poner un disco de vinilo, sentarse en el sofá y permitirse escuchar el álbum completo con atención, respetando el orden de las canciones que el propio artista eligió -y que tienen un sentido detrás- y dejando que la música fluya a su ritmo.
El simple hecho de poder elegir qué canción escuchar en una plataforma de streaming, como puede ser Spotify, hace que muchas veces ni siquiera escuchemos los álbumes completos de los artistas. Y que nos quedemos en las canciones que más nos gustan, haciendo que la experiencia de ese álbum pierda sentido y que las canciones sueltas pierdan su contexto y acaben debilitándose.
¿Pero qué diferencia hay realmente entre el sonido analógico y el sonido digital? La diferencia principal es que la onda de sonido analógica es continua, mientras que la onda de sonido digital es discreta o discontinua. El oído humano solo es capaz de escuchar la onda de sonido analógica, por eso todos los sonidos digitales deben convertirse en analógicos para poderse escuchar.
Por ejemplo, cuando vas a un concierto el sonido que escuchas es analógico. En cambio todos los sonidos que escuchas en streaming o enviados por Bluetooth son digitales, como puede ser el MP3, CDs, FLAC o ALAC, aunque estos sonidos digitales tendrán que convertirse en analógicos para que los puedas escuchar.
Esto no quiere decir que la música digital no tenga una alta resolución, ya que actualmente algunas plataformas como Spotify nos dejan acceder a una calidad muy alta (320 Kbits/s) si tienes la versión Premium o una calidad alta (160Kbits/s) si tienes la versión gratuita. Pero sigue sin regalarnos una experiencia musical como la del vinilo.
La riqueza sonora que tienen los discos de vinilo no puede compararse con los formatos digitales. El vinilo nos permite apreciar una diferencia entre los sonidos fuertes y los sonidos suaves, algo que no es tan notable en la música digital. Ya que al hacer la conversión de un sonido analógico a un sonido digital, la señal analógica es muestreada para crear una secuencia digital lo más parecida a la original, convirtiendo diversas muestras en un sistema binario. El problema es que al no recoger todas las muestras de esa secuencia, el sonido no será exactamente el mismo que el de la grabación analógica. Por lo que habrá perdido calidad y la diferencia entre los sonidos no será tan notable y será más brusca.
Desde Vinylum Warehouse decimos que el vinilo es una experiencia musical y una experiencia visual porque no solo nos permite disfrutar de un mejor sonido, también nos permite gozar de un ritual que no pierde detalle.
Empezando por las características del vinilo. Un LP tiene 30,5cm de diámetro, viene acompañado de una funda y casi siempre de un libro informativo. Por lo que su presentación ya tiene más valor que otros formatos. Lo mismo pasa con el cuidado de los discos de vinilo. Se nota mucho quien aprecia los vinilos por su forma de limpiarlos y almacenarlos. Y hasta por la forma de colocarlos en el plato, con mucho cuidado y añadiendo la experiencia del tacto a este ritual.
Por eso desde nuestra marca te damos las mejores opciones de muebles a medida y personalizados para que tus vinilos estén guardados como reliquias. Ya que sabemos de primera mano que estos se pueden estropear muy fácilmente y que requieren de un cuidado excesivo. Además, no solo son prácticos sino que le dan un toque rústico, ordenado y muy bonito a tu hogar. Y es una forma de tenerlos a la vista y presumir de tus vinilos con los tuyos.
Además, no nos podemos olvidar de la experiencia visual del vinilo. Y es que muchas veces no le damos tanta importancia a las fundas, portadas o libretos que los acompañan, o al encanto que tienen estos discos de vinilo por sí solos, y realmente son parte de este ritual musical y son obras de arte.
Sentarse y ojear la funda, leer las letras de las canciones mientras las escuchas o contemplar la portada del vinilo e intentar entender qué ha querido transmitir ese artista.
Nos hemos acostumbrado a consumir todo rápido y al momento. Sin apreciar lo que sentimos y sin dedicar tiempo a lo que realmente nos llena. Es decir, sin disfrutar y sin experimentar lo que nos transmite la música desde la calma y la pausa. Somos la sociedad del fast food, fast fashion y ahora también fast music.
Y nosotros defendemos el vinilo porque justamente nos recuerda algo muy diferente a lo que vemos en la sociedad actual. Y es que pese al ritmo rápido e incesante de la vida, los discos de vinilo nos recuerdan que también debemos detenernos, escuchar y sobre todo disfrutar de la vida. Porque recordemos que la música es vida, solo hay que saber cómo disfrutarla.